Raquel
Sentada en un banco de madera desteñida, bajo la sombra de un naranjo de la plaza, veía a las niñas de su edad. Tan tontas ellas, tan vestiditas a la última, tan amiguitas unas de otras, tan felices todas; haciendo grupitos, hablando en alto, tonteando con los chicos… ignorándola. Sola se levantó y sola se marchó a casa, pisando todos los charcos que encontró.
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A cien metros ya podía escuchar a su padre gritar y a su madre llorar. Entró sin hacer ruido, subió las escaleras dejando en los peldaños sus huellas mojadas y se acostó vestida en la cama que compartía con sus hermanas.
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Avanzada la noche, acabaron los gritos con un portazo a la calle. Un largo minuto después, su madre se acercó despacio y la besó, dejándole lágrimas y sangre en la mejilla. Raquel, como siempre, se hacía la dormida.
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SiPNOSiS
Raquel no necesita hablar: observa, siente, sobrevive. En cada gesto hay una historia que nadie escucha.
Raquel es un relato mínimo, duro y hermoso sobre la soledad de crecer sin refugio y el silencio como escudo.
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Algunas reacciones tras su publicación en redes:
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“La cruda realidad de muchas familias.” — Mari Carmen García Burell
“Qué bonito, qué triste y qué real.” — Anabel Navarro Mena
“Joeee, tiu, cómo llegas siempre al corazón con todo lo que haces.” — Lauri Ratajczyk
“El relato es muy triste, pero tu propuesta es genial. ¡Eres un crack!” — Gerardo Lozano
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| “Por un momento me he sentido la protagonista de este relato. Parece que supieras mi vida… he soltado hasta unas lagrimitas.” — Alfonsi Cuevas Llori
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Ciudad Real, 2016. Publicado en Facebook.
Este fragmento forma parte del relato breve “Ojos negros”, también publicado en esta web.
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